sábado, 13 de agosto de 2016

A veces sueño con ella.


A veces sueño con ella, hago mi pasado presente y la veo sentada en el zaguán zurciendo con sus recosidas manos. En el sueño me mira y no dice nada, solo me mira, sonríe y calla.
Sueño con ella y me invade con su alegría, me rodea con amor en aroma unas veces de pan de leña, porrinas o pimientos asados y otras de pollo frito, bollo o migas bañadas en café. El sueño siempre es el mismo, sólo cambia mi edad. Todo empieza estando los dos solos junto al tinao, en el cancho de siempre y mirando al pueblo, frente a los cochinos y esperando a que se llene la tina de agua. No tenemos prisa, mi abuela nunca tiene prisa por vivir, está sentada con su típico gesto de conforme felicidad, las piernas estiradas y los pies cruzados. Me mira, sonríe y calla.
Aprovecha el tiempo troceando judías verdes que va dejando caer sobre el mandil, luego, con una pequeña navaja de blanca y nacarada empuñadura, me irá cortando rodajas de cominera que alternará con trozos de pan. Mi abuela no dice nada, sólo sonríe, me mira y calla.
Tiene la sonrisa esculpida en su rostro, la boca abierta y los labios vueltos de tanto "olvidarse" la postiza en el vaso, su canoso pelo siempre recogido en un moño. Ahora mira al suelo con una horquilla en la boca mientras se anuda el pelo, yo debo de tener seis años, llevo pantalón corto y es verano, estamos en un mundo de constantes peligros entre cocodrilos azules y escarabajos asesinos, hablando de cosas verdaderamente importantes, de las cosas de un niño de pocos años que juega a ser héroe con un palo como espada entre las manos.
Lleva una camisa negra de cuello pico con lunares manchados de blancura inmaculada en deslumbrantes tonos de honradez, me pela un higo chumbo con un trapo empapado en agua y ella comerá una breva, le encantan las brevas, mientras tanto, yo, metido en faena, reproduzco el chasquido de mi espada cruzando su filo contra la horda de bestias contra los que me bato en terrible batalla para defenderla.
A veces sueño con ella y al despertar lo hago como ella quiere que lo haga, lleno de amor, orgullo y paz, y siempre, antes de abrir los ojos me mira, me mira, sonríe y calla.
Los dos éramos mucho más jóvenes que ahora pero ella estaba viva, no parece que fue ayer, no, no fue ayer ni lo parece, hoy 13 de Agosto de 2016 hace ya 36 años que se fue mi abuela Andrea, Andrea Bautista Borrega "La Quirina", una bellísima mujer que vive y lo hará en mí hasta el fin de mis días.
A veces sueño con ella, es mi pasado presente que unas veces huele a pan, porrinas, o pimientos asados y otras a pollo frito, bollo o migas bañadas en café, y ella me sonríe, me mira, sonríe y calla, es un sueño de amor, un sueño sin palabras.
A veces sueño con ella.