martes, 25 de abril de 2017

Como siempre.


Estamos sentados a la mesa camilla, ella no, ella lo hace aparte, en la esquina y sobre un tan viejo como usado asiento de corcho, el de siempre. No lleva puestos los dientes, como siempre, un trozo de pan danza en su boca mientras sus manos aguantan otro que desmiga restos en su mandil. Huele a pimientos asados y pollo frito.
Sonríe, como siempre. Las bromas de mis tíos provocan su contagioso alborozo, su alegría de vivir, su inolvidable disfrute y más que evidente ansia por vivir el momento. Vive para amar y reír disfrutando cada segundo con la intensidad de su querer, con su amor a borbotones. 
Sonríe, como siempre, es única. Mi madre y tía Marga le ayudan en la cocina, están de espaldas, todos ríen con ella, es la alegría, el centro de todo, es ella, mi abuela Andrea, la Quirina.
Se fue pero aquí está, donde siempre ha estado, en su viejo y usado asiento de corcho, con migas en el mandil y sonriendo, como siempre.

sábado, 8 de abril de 2017

Cerrar los ojos


Cerrar los ojos y revivir, recordar tu sabor, tu textura, tu aroma y color, tu silencio en fondeo, sonido anclado a fuego lento, un sentir con arpeo, una lágrima sin lamento.
Una pasión durmiente, lo más hondo del alma, el rincón de la calma, el recuerdo de tu gente. Un amar de lejos, la esperanza de un quizás, la ilusión sin complejos, la quimera del jamás. 
Cerrar los ojos y revivir, un cogido por la mano, un abrazo temprano, un beso que besa, una porrina en la mesa, un afecto sincero, un callado te quiero.
Un brasero caliente, un sentir en las entrañas, una pasión por San Vicente, una verdad sin patrañas. Una historia en la memoria, una prueba palmatoria, una herencia en esencia, un tatuaje en la vivencia.
Cerrar los ojos y revivir, el más profundo sentir, una pura emoción de imposible expresión, son recuerdos de vida, un amor sin medida, es memoria de mi gente, es amor por San Vicente.