martes, 19 de septiembre de 2017

La receta del amor.

Paseando por el pasado, pensando de paso en personas casi sin rostro, grandes por humildes que me recuerdan una casa pequeña y acogedora, blanca de brocha gorda en palo largo, de puerta sin llave, en dos partida que invita a entrar, a sentirse a gusto y sentarse cómodo.
Son recuerdos gastados por el tiempo y protegidos por el uso, son tesoros rescatados del alma, untados de niñez, de amor puro, de gratos aromas y olores amables, de imágenes arrugadas. de mirada cristalina, de luz caliente, mandil mojado, zapatillas viejas, escobilla de afeitar y navaja afilada. Es un revolcón a la memoria, un rever de detalles, un vareo de la lana, de paliza alñ colchón, un beber del botijo que preside el zaguán, a llegar al patio donde lava la ropa, verla y mirarla, volver a imaginar sus arrugadas manos sacudiendo los nudos de la blancura, su expresión, donde entre pliegues del trabajo asoma su eterna sonrisa, donde brota la alegría.
Pensando en el pasado paseamos por la vida, por el hilo del tiempo y volvemos al ayer de los cajones por descubrir, los armarios por revolver y la eternidad de los recuerdos, imágenes sin luz donde duerme la verdad, donde posa la receta del amor.