lunes, 31 de julio de 2017

Con la mente en blanco.


Estaba yo pensando en lo que cabe en una mente en blanco, cómo en un recipiente tan pequeño pueden entrar tantas cosas y luego lo entiendo, así que se derraman y desbordan... 
Son mucho más que cosas, casas y casos, son sitios y lugares donde caben rostros y aromas, sol y canchos, tinas, botijos, mondonga y buche, donde caben luces sin sombra, idas y venidas, alegrías y penas, sonrisas y abrazos, gestos puros y besos castos.
Entra y ven, siéntate en la eternidad de los suspiros inacabados, en el amor de una mujer, la locura del querer queriendo, de los sueños muertos en recuerdos vivos, en verdades enteras sin mentiras a medias.
Estaba yo pensando en lo que cabe en una mente en blanco, voces amigas en murmullo alegre, sonrisas repetidas en reflejos sin espejo, lágrimas contenidas en nudos de garganta, añoranza sin melancolía, sentimiento en profunda flor de piel, vello erizado como un roce provocado, como una caricia controlada. 
Estaba yo pensando con la mente en blanco, donde caben miradas sin reojo ni sextos sentidos, donde se sienten a raudales los momentos libres, el placer sencillo de la humildad, estaba yo pensando en un lugar infinito sin espacios vacíos, sin huecos libres en el horizonte, donde todo lo ocupa el alma de los sueños muertos, de los recuerdos vivos, de las cosas, casas y casos vividos, de cigüeñas volando en un cielo sin nubes, del corcho apilado de alcornoques gigantes, de bellotas en el suelo y trigo en la era, una mente en blanco con horas de ida y kilómetros de vuelta donde cabe mucho más que todo, donde caben vidas muertas, donde cabe la permanente presencia en el aire de una abuela dándome lo que siempre me dio, todo lo bueno que pudiera tener y lo que no, vida desde su ida.
Con la mente en blanco...