miércoles, 3 de abril de 2019

Estar vivos.


Desde la balconada de mi edad, donde se ve a ojos cerrados, donde la mirada se pierde en la noción del tiempo, en la comodidad de una franca sonrisa, donde los renglones marcan sin tiempo el curso de los recuerdos, donde se camina por el presente de un pasado reciente, donde se siente cual tatuaje fresco el brote de la flor de piel que emociona el sentimiento, con la fortaleza en su tallo de la humilde verdad.
Con la incolora tinta de una culpa confesa, con la intención de amar sin hartazgo y el pensar del corazón, con el mote familiar en la frente, a pecho descubierto, con dar vida a nuestros muertos como mejor de los deseos, con las palabras cariñosas y lo bueno que nos pueda pasar, estar vivos.
Con el disfrute de cada momento, relajado, retorcido de gusto, reventado de vida, de la felicidad puntual, de la pasión por tu gente, del aroma de tu tierra, de tu cuna, de San Vicente.