domingo, 22 de noviembre de 2020

Pan de vida.

Hoy hemos hablado de ello. Es automedicación emotiva, un fármaco inhalado a través de la piel. Algunas cosas han cambiado, no lo vamos a negar, han cambiado. Ya no pisamos el empedrado, las casitas de los Valles ahora no son tan altas, las puertas ya no son medianas de gruesa madera marrón y clavos con gran cabeza. Ya no están las abuelas sentadas en la calle, pero por lo demás, todo sigue igual.

Sigue oliendo a pan, a ese aroma siempre presente entre el "jurmiento" del ayer, olores de mi vida, de brasero y pan frito, porrinas y pollo escaldado recién desplumao, matanza en el corral y gazpacho de poleo, bacalao con pimiento colorao, corcho gastado y cochino en el tinao.

Es sentirlos, notar la presencia, son tímidas sonrisas entre historias tristes, evocar a los muertos al son de relatos vivos, narraciones calcadas en el tiempo como muestra de la verdad, del olor a pan de vida, a recuerdos de amor. 

martes, 17 de noviembre de 2020

Una vez más

No hay lugar más vivo que el sitio donde descansan los recuerdos, un camposanto viviente, calles que sonríen al pasado ausente, de silencio estático atravesado por rayos de memoria. Un pequeño mundo que te rodea expectante, aguardando el paso de imágenes sonoras, de un temporal de recuerdos incompletos bañados entre salteadas nubes de amor.
No se nota el soplo del tiempo, es madera curada, paso de vida que si tocas refleja tu sed, un irrefrenable deseo de poner a prueba una vez más los recuerdos.Temple vivo, blanco, cálida cal que sin prisa se deja tocar, señales que no necesitan ser leídas, sólo sentidas una y otra vez,  una vez más.