martes, 25 de abril de 2017

Como siempre.


Estamos sentados a la mesa camilla, ella no, ella lo hace aparte, en la esquina y sobre un tan viejo como usado asiento de corcho, el de siempre. No lleva puestos los dientes, como siempre, un trozo de pan danza en su boca mientras sus manos aguantan otro que desmiga restos en su mandil. Huele a pimientos asados y pollo frito.
Sonríe, como siempre. Las bromas de mis tíos provocan su contagioso alborozo, su alegría de vivir, su inolvidable disfrute y más que evidente ansia por vivir el momento. Vive para amar y reír disfrutando cada segundo con la intensidad de su querer, con su amor a borbotones. 
Sonríe, como siempre, es única. Mi madre y tía Marga le ayudan en la cocina, están de espaldas, todos ríen con ella, es la alegría, el centro de todo, es ella, mi abuela Andrea, la Quirina.
Se fue pero aquí está, donde siempre ha estado, en su viejo y usado asiento de corcho, con migas en el mandil y sonriendo, como siempre.

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