Tras desayunar leo la prensa y sin saber cómo abro una vez más las fotos y eso que acabo de estar allí, acabo de volver de soplar el humo de mis cortinas, despejar las borrascas de mi mente y recargar de recuerdos los vacíos de mi memoria.
Acabo de volver de allí, de mi pueblo, de un prospecto sin contras, de recoger los besos perdidos entre silenciosas paredes y muros acolchados de pasado, de desembalar una vez más el ayer, de recargar de vivencias el maletero del alma.
La necesidad me obliga a revivir y no imaginar, a ir cada poco a sosegar mi conciencia, a comprobar el estado de mi memoria para prevenir del olvido, a calmar el revoloteo de sensaciones y regar de vida el amor por mis raíces.
Y es que, mi pueblo es..., medicina para el alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario