martes, 3 de diciembre de 2019

Un sentir a capela.


Mi pueblo es un código viejo, el tacto de un pantalón de pana, un valor en el espejo, una tierra que flama, en la charca un reflejo y un mandil sobre la cama. Es una piel arrugada, un amor en la retina, un alma de hiel y la amistad de una vecina. Una limonada con Miguel, un botijo en el mantel, un buche en la cocina y una cucharada de miel.
Es una puerta sin llave, una alforja de tesoros, un silencio que no calla, un velatorio de lloros. Un tiempo vividouna edad lejanaun principio intensivo, una boina de lana. Es un presente que estorba, una mancha en la camisa, un suspiro sanativo, un futuro con prisa.
Es una raíz compartida, un mapa estudiado, un amor sin salida, un sentir clonado, es un millón de sensaciones, un pañuelo de tela, una pasión sin versiones y un sentir a capela.






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