martes, 19 de julio de 2016

Un lugar donde volver.


Un lugar donde volver, donde callar los silencios, hablar para dentro, amar para fuera, donde abonar la sonrisa pendiente, detener las agujas del pasado, parar los recuerdos del futuro, el tiempo sin tiempo y la calma con prisa, una cuenta atrás en la emoción.
Una droga para el alma, para despertar la memoria de la piel, recordar los aromas del paladar, revivir sensaciones del pasado, para tocar el hoy sintiendo el ayer, para ver sin mirar, para liberar el sentimiento.
Un lugar donde respirar sin aliento, de cuentos en blanco y negro, de contar cochinos, de jugar a vivir, de soñar despierto, de contar ositos, soplar las nubes y escalar al cielo.
Un lugar de mucho, una felicidad con poco, un no pensar en nada, un creer en todo, un abrazo porque si, un beso de metralleta, un quizás sin cuando, sin porqué de los porqués, sin más ni menos, sin cómo ni dónde, un amor abierto, una sonrisa callada, una mirada entrañable, un roce en caricia, una mirada a escondidas, sin pro ni contra, sin hacia ni hasta, un lugar en el alma, una mente en blanco, un rincón en el corazón, una lágrima de amor.
San Vicente, un lugar donde volver.

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