San Vicente es cuaderno viejo con polvo y pasta dura,
un legajo mil veces leído a brocha gorda y cal de blancura,
con mil historias manuscritas en tiznados renglones
que cuentan de un pueblo repleto de vida y emociones.
Son notas que hablan de un amor sostenido,
del asalto de un suspiro en el pecho agazapado,
de una lágrima que brota en un sentir aturdido,
de un vocablo comprimido que escapa liberado.
Es un álbum de nombrados lugares y conocidos rincones,
de calles jalonadas con sabor y sensaciones,
de recuerdos tatuados como único equipaje,
de la edad y la memoria como triste peaje.
Es un libro que habla de horizonte en el alma clavado,
de la ventaja de la edad en la mirada al pasado
de amistades lejanas y lazos de ternura,
de amistades lejanas y lazos de ternura,
de un amor consciente sin traba ni censura.
San Vicente es un cuaderno viejo que habla de ti,
de tu pasado allí presente,
de tu tierra, tus entrañas, tus raíces y tu gente,
de imágenes, aromas y sonidos,
de la dignidad y el orgullo como herencia,
con letras de honor, humildad y sapiencia.
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