jueves, 19 de septiembre de 2019

De memoria se trata.


De memoria se trata, de la que me lleva a la tienda de mi tía Cruz, punto de reunión de mis tías "Porras", de tía Paula sentada a la puerta de casa, vestida de negro con un medias negras y mandil gris, de tío Pedro bajando del tinao con la gorra puesta y las manos en los bolsillos. De la traviesa sonrisa de prima María corriendo detrás de mi tío Chiripa, de tía Agustina en la cocina, de cien nombres, miles de apodos y un millón de voces cantarinas.
De una radio de madera junto a la petaca de mi abuelo, del botijo que rezuma sobre la camilla del zaguán y un viejo brasero de picón en la pared colgado, de un cacho pan con patatera para merendar y medio bollo de pascua para desayunar, de gruñidos, berridos y tres cochinos en el tinao, del amor inmenso en la mirada de mi abuela, en el lejano olor de una churrería siempre abierta, de la ceniza fría de un cigarro apagado, del jabón lagarto sobre la pila y la garrafina de vino de mi abuelo.
De memoria se trata y es que en el pueblo apenas me queda el legado de preservar, proteger y transmitir los recuerdos de mi infancia, de mis seres queridos, de una pasión que vivo en sus aromas y sonidos, de frases caligráficas en tinta de emoción, de palabras mudas que hablan de vidas hoy calladas en sus calles y rincones, de imágenes y sonidos luchando en el centro de una vida tan pretérita en el tiempo como presente en mi, de un mundo que jamás quisiera olvidar.
De memoria se trata, sólo de eso.

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