lunes, 11 de noviembre de 2019

Sueños



Sueño con mi abuela, creo que es porque la recuerdo muy guapa, inmersa siempre en el trabajo de su casa y el tinao. Casi siempre que sueño con ella está haciendo algo, sólo la pillo descansando cuando se sienta a la puerta con las vecinas.  
Son mi sueños pero no los sueño como quiero, los sueño siempre igual. En mis sueños, mi abuelo está sentado en el zaguán. Moja con la punta de la lengua el papel de fumar, tose mientras con sus dedos surcados de profundo trabajo lían su cigarrillo. Huele a cuero viejo.
Mi sueño siempre empieza conmigo de pequeño, en pantalón corto. El cielo está limpio. La calle caliente. Tía Marga está a un lado, anda como pidiendo permiso, un poquito inclinada hacia adelante, lleva un delantal de cuadros sobre una camisa clara de manga corta, vieja, con puntos salidos. Mi madre está en el patio lavando la ropa.
Mi casa es piedra mullida como una alfombra de lujo, se está bien, muy bien. Es una casa feliz.
En este punto, mi abuelo se levanta, se pone una camisa blanca y se cubre la cabeza con la boina, saca el chisquero y gira con la palma de la mano la rueda hasta que prende de nuevo la mecha, el cigarro siempre se le apaga un par de veces. Me encanta verle fumar, se gira hacia mi, me mira, con el cigarrillo colgando en el extremo de esa sonrisa que siempre me pareció agradecida, coge la garrafina y me hace un gesto. Vamos.
Tía, también me sonríe mientras se limpia las manos con un trapo de cocina, en sus ojos está esa dulzura que años después perdió con el alzheimer. Me dice adiós con la mano.
Creo que entiendo mi sueño y no me da miedo. A veces, sueño con mis muertos más queridos, y siempre me despierto lleno de paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario