lunes, 11 de noviembre de 2019

Una vida.


Olvidé y no sin pena cómo se llamaba, es más, ya ni dibujo su cara en mis recuerdos., ha pasado mucho tiempo y una vida... Nuestros abuelos eran vecinos en aquellos tiempos de puerta siempre abierta y cerraduras sin llave, en los que lo que había se compartía aunque no sobrara y nunca faltaba para el niño que por allí pasara.
Los recuerdos con él me llevan al pantalón corto jugando al "guá" sobre el polvoriento firme del Cristo,a  un balón en la flama del empedrado y una peli de Domingo en el cine. Poco más.
A veces me gustaría tener una de esas memorias ordenadas, con archivadores niquelados, perfectamente ordenados por fechas, colores y olores a los que sus dueños acuden con seguridad en busca de datos pero no..., mi memoria no es así, el almacén de mis recuerdos es una especie de escombrera o muladar, una miscelánea de imágenes que surgen sin ningún orden lógico, una mezcla de aromas únicos, caras nubladas, miedos infantiles, sabores y tactos revolcados en la memoria de mucho tiempo, de una vida.

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