Es la verdad de los sueños, el placer de un beso en la mejilla, la luz de una mirada sin mascarilla, un romance interminable, mil razones sin galones, un guante blanco sin sable, piteras y no chinchones, un millón de mentes, unos santos inocentes.
Son cuentos de uno mismo, voces del corazón, pisadas pasadas en la sombra un reflejo y en la charca, la verdad en un espejo.
San Vicente es lo que la memoria debe proteger, lo que los nietos deberían saber.
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