En
el pueblo del Santo Encuentro, de la querencia y la devoción, se
acerca el Corpus Christi, fiesta ejemplo de implicación. Alfombra
tintada en el suelo, corcho y serrín, flores de ilusión, tras
jornadas de entusiasmo, trabajo y dedicación.
Fiesta
de los colores, del negro de luto, cominera y picón, del rojo de
buche, tomatá y patatera, gris, amarillo, verde y azulón. Blanco de
brocha seca, cal inmaculada, luz en la pared, con tiza las cruces
pintadas, de la lluvia a su merced.
Suena
el habla entre el gentío, gloria de tono cantarín, se habla del
zacho y la saca, el boliche y el falagao, el jediondo, el lambucero,
la jartura y el añugao, es el deje de mi pueblo, es su sana
identidad, es su alegría en el habla que me da la afinidad.
Se
vive la expectación, viene el Corpus viviente, el desfile de la
ilusión de los niños de San Vicente.
San
Vicente de Alcántara un pueblo vivo que no hay que tocarlo para
sentirlo, hay que amarlo para vivirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario