Que no lo sé, no sé por qué quise tanto a mi abuelita Andrea. Hoy, mirando fotos con mi madre me ha dado por pensar en ello. Tengo mil recuerdos de su aroma a colonia, su moño, sus manos pequeñas y fragantes como nueces, y todas esas arrugas diminutas que cubrían su cara y sus manos, como una biografía escrita en su propio alfabeto. A lo mejor la quería tanto porque me daba importancia y ponía tanto interés en mi puerilidad, o porque siempre sonreía, no lo sé, sé que la adoraba, que la adoro 39 años y 5 meses después de su muerte. La amo, a ella y al recuerdo de su voz, su risa traviesa, el aroma de su piel y sus pequeñas y artríticas manos entre las que me sentí tan amado. No lo sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario