Es un sitio lugar que aparece tantas veces en mis noches, un lugar que conozco bien, con retazos que resultan íntimos y familiares, imágenes que conozco y seguro que con algún añadido onírico por mi parte.
Es un lugar de enorme dimensión, con avenidas gigantescas en el recuerdo, calles vivas, estrechas y silenciosas por momentos. Los días siempre soleados y vacíos a primera hora de la tarde. Casitas de piedra y una calle que baja hacia una plaza en la que me esperan mis muertos.
Calles por los que hoy ando y nunca corro, con tiendas que conozco por el nombre de quien la atiende. Todo es fácil y familiar.
Es un lugar que te aguanta la mirada y escucha tus silencios, con un tacto a mandil arrugado y color de aroma repetido una y otra vez, cada vez que respiras, cada siempre.
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