Cuando viniendo por Salorino tienes que disimular tu flojera al divisar su pueblo en la lontananza, cuando se rompe tu emoción por el lacrimal y descompones la viril figura que aunque de lejos se te supone, cuando se te escapa el sentir, cuando transpiras devoción por tu tierra y pasión por tus raíces.
Cuando mil y una veces sentaste a tus padres en el sofá de los relatos para mil y una veces escuchar la historia de tu historia, cuando conoces Cobacha, Mayorga o Valdespinar como si allí con ellos hubieras pasado su pasado, cuando vives con delirio las crónicas de la memoria oyendo a tus padres hablar de sus padres.
Cuando has sentido en cercanía la fascinación de un noviazgo infantil, las furtivas escapadas al pueblo, las mañanas tristes tras noches alegres, una ausencia temprana, una boda enlutada, un parto complicado, una coz en la cara, un blanqueo de fachada, el calor de una siega o la ruina de una tormenta, cuando por conocer tu historia sabes quién eres y de dónde vienes.
Cuando paras siempre en la sombra de aquella curva, una curva sin sol donde tu padre vio por última vez con luz de vida a su madre, cuando sin haber nacido has vivido momentos, trances, dichas y desdichas del pasado, cuando has sentido muy dentro los momentos álgidos por su dulzura o trágicos por amargura, cuando vives con intensidad la verdad de una transmisión tan íntima como real, cuando vives tu pueblo en la distancia, cuando coses, zurzes y remiendas los recuerdos en el blindado rincón del alma, cuando pasas y repasas tu memoria, cuando la respiras con ansia, cuando te guía el aroma del paladar, el perfume inoculado en tus entrañas y las sensaciones de la piel, cuando manas orgullo por tu tierra y cuando rozas lo cursi de una hagiografía al escribir sobre ella.
Cuando rebosas verdades de las de verdad, de la auténticas, de las que el paso del tiempo no puede distorsionar, cuando los hechos y actitudes son ratificadas por extraños para una constancia tan innecesaria como íntimamente gratificante, cuando vienes de un pasado en humildad y un ayer de verdad para edificar un presente verdadero, cuando sabes quién eres porque sabe de dónde vienes, cuando vives lo que sabes, sabes lo que sientes y sientes lo que dices, entonces llevas el orgullo por tu tierra y por su gente hasta el infinito y más allá, mucho más.
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